Algunas veces se diluyen los otoños en el humo del cigarro… que me envenena cada vez más. Las orillas que escucharon sus cantos rezan por oír otra vez su palpitar… alguien robó su tic tac cuando dormía y nunca más despertó, alguien que se cree Dios le embargó las penas y glorias a través de una aguja y hoy no recuerda sus playas, sus lunas, sus estrellas de mar en la espalda… no recuerda que alguna vez jugó a ser camino, a ser vino y cuerdas oxidadas… a ser de sal, a posar para las mil y una mañanas.
Algunas veces uno caminando torcido, se olvida de escuchar o de como descifrar aquellos sueños raros. Su alma se encerró en el cuarto oscuro y su nariz está cubierta de hojas secas… su voz es ahora de madera vieja… algunas veces se merece la historia, se le derrame un poco de agua salada… aunque te parta en dos los miles de kilómetros y las salidas y puestas de sol… aunque no recuerde mi dirección, ni quien le debía un poema… aunque no recuerde como iba la canción.
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