domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Percibimos el poder de las palabras?

انيكدوتا ارابي



Anécdota árabe


Una sabia y conocida anécdota árabe dice que en una ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Adivino para que interpretase su sueño.

- ¡Qué desgracia, Mi Señor! - exclamó el Adivino - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

- ¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡¡¡Fuera de aquí!!!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Adivino y le contó lo que había soñado.

Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

-¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada... ¡El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes!

El semblante del Sultán se iluminó con una gran sonrisa y ordenó le dieran cien monedas de oro.

Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

-¿Cómo es posible? la interpretación que habéis hecho de los sueños es igual que la del primer Adivino. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro...

-Recuerda bien, amigo mío- respondió el segundo Adivino -que todo depende de la forma en que decimos las cosas... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse.”

De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.

Que la palabra es un arma, de esto no me cabe duda, la forma con que la decimos es lo que provoca, en algunos casos, grandes problemas.

Las palabras pueden compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en papel de regalo y la ofrecemos con ternura, la recibirá con el corazón.

Nuestras ideas, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, todos salen de dentro en forma de palabras. No siempre coherentes, no siempre razonables, no siempre eficaces y por desgracia muchas veces, sin darnos cuenta o dándonosla, haciendo mucho daño.

Así pues y como bien dice una frase que aprendí hace tiempo y que está llena de palabras sabias:


“Jamás se recupera la bala disparada, ni la palabra dicha.”



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4 comentarios:

  1. jeje, muy buena la parábola árabe, me ha gustado muchísimo¡¡
    De hay vendrá aquello de que hay mil modos de decir las cosas, jeje


    Abrazos¡

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  2. ¡Uy! ya comenzaba a extrañarte...
    ¡que gusto que aterrices por aquí!
    Es verdad, lo que digas hay que saberlo decir para que "caiga" donde tiene que "caer" je je je
    Todo un arte, sin duda, sin duda...

    Besos
    Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ-Ro- Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

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  3. ¡Maravillosa anécdota! ¡Así que cuidemos las palabras!

    Saludetes, querida Ro.

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  4. Hola Rumbo: gracias por tu comentario, si, hay que cuidar las palabras que pronunciamos, en principio por higiene mental, pues quien profiere sin pensar lo que dice y el efecto que va a causar con su verbo... deja ver lo que trae su alma y su verdadera forma de conducirse.
    Te quiero, saludos a Noa y Elmo.
    Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ-Ro- Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

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