martes, 24 de febrero de 2009

¡Felicidades!

Presentaciòn de Libro

Este día 20 de febrero, tendremos el gusto de aisitir a la presentación del libro "El Cuadro Inútil", de la escritora Esther Ángela Chávez Varela; quien obtuvo el primer lugar estatal en el certámen de cuentos José Agustín 2008.
La promotoría Cultura Aída Espino, continúa impulsando la cultura, así como la formación de nuevos escritores, felicitamos a Teté y agradecemos a Gustavo Martínez, Aída y la profesora Temis, en su importante labor en beneficio de nuestra gente.

EL CUADRO INÚTIL
Esther Ángela Chávez Varela

Photobucket

Cuando terminó el cuadro, contempló satisfecho su obra: era un hermoso paisaje. De pronto, el agua del riachuelo comenzó a correr. Azorado, le puso un dedo para contenerlo pero aunque se mojó no pudo porque el líquido no salía del cuadro, simplemente fluía en la pintura; imposible saber de dónde venía y a dónde iba. Sorprendido, cubrió el lienzo con una manta pero tuvo que quitarla porque la tela se había empapado inmediatamente. Mientras decidía qué hacer, puso el caballete contra un rincón del estudio. La gente va a creer que tengo pacto con el diablo, pensó, nadie debe ver mi pintura. Después de mucho meditarlo llamó a su confesor y le pidió que bendijera el cuadro…

Continúa leyendo en http://www.culturacapulco.com/elcuadro.html

Una velada con Ivan Thays

Navegando por el ciber espacio, me encontré con el blog de Ivan Thays y me quedé atrapada en una deliciosa lectura que se prolongó hasta el amanecer; quedé tan cautivada, que estoy ansiosa de que alguna de sus novelas, o su libro de cuentos caiga en mis manos; 'el no va más' sería poder leer su novela “Un lugar llamado Oreja de Perro”, que ha despertado poderosamente mi interés: “una tristeza infinita que recorre esta novela desde su primera a la última página”... menciona el crítico Fernández de Castro.

¿Quién es?
Iván Daniel Thays Vélez (Lima, 21 de octubre) de 1968), escritor peruano.
Fue estudiante de Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde después fue jefe de práctica. Con la publicación de Las fotografías de Frances Farmer, su primer libro, a principios de la década del 1990, se convirtió en uno de los escritores más singulares de su generación. El libro posee un tono intimista y onírico, deudor de Onetti, según el propio Thays. Durante los siguientes años publicó novelas e inició la conducción del programa televisivo literario Vano Oficio, que mantiene hasta hoy. También ha sido jurado de numerosos certámenes de literatura, como el Premio Alfaguara.
En 1998 fue finalista del Premio Copé con el cuento "La ópera gris", en el año 2000 recibió el Premio Príncipe Claus y al año siguiente su novela La disciplina de la vanidad fue finalista del Premio Rómulo Gallegos. En el año 2008 su novela Un lugar llamado Oreja de Perro, fue finalista del Premio Herralde. http://www.epdlp.com/premios.php?premio=Herralde
Fragmento de la entrevista a Iván Thays realizada en Colombia, con motivo del Hay Festival, Bogotá 39:

-¿Qué has aprendido como escritor?
-A desconfiar.

-¿Visto de cerca, cómo es un escritor?
-Un hombre con un oficio que sabe que al final, será un vano oficio. Así lo dice Cernuda en La gloria del poeta, o Flaubert citado por Julian Barnes, cuando compara al escritor con un sujeto que pretende hacer música para conmover a las estrellas y sólo consigue hacer bailar a los osos.-

¿Qué es lo peor de un escritor?
-La vanidad literaria se contrapone a la soberbia. Y las comparo con muchachas. La chica soberbia es la que sale de su casa sin mirarse en el espejo. La chica vanidosa es insegura, se arregla mil veces, nunca termina de combinar la ropa. Los escritores soberbios son aquellos que piensan que sus temas son tan imprescindibles para la humanidad, la sociedad, la vida de los demás, que simplemente escriben sin fijarse en los detalles. Los escritores vanidosos son los que acarician los detalles, como diría el fantasma de Nabokov, con quien me encuentro a veces en una torre en Elsinor.

-¿La vanidad es necesaria para negociar con el editor, para salir mejor en la foto…?
-…La vanidad es necesaria para escribir un buen libro. Cuando uno escribe un buen libro siempre sale bien en las fotos.

-”Me invitan a todos lados, pero nadie me ha leído”, -¿Qué hace un vanidoso con esa frase?
-La cuelga como lema en la cabecera de su cama. Es el mejor escenario posible para escribir en paz, sin presiones, sin rutas impuestas, sin expectativas.

-¿Cómo es el espejo de un escritor?
Hay tantos como escritores. El mío es el revés del de la madrastra de Blancanieves. Me dice lo mal que me ha salido todo, que no deje de corregir, que he fallado otra vez, que no publique nunca más, que empiece todo de cero. Y al final, al verme abatido, me dice que al final vale la pena insistir y me manda a la cama.

-¿Se animaron a leer La disciplina de la vanidad tus amigos escritores?
-Lo leyeron con técnicas detectivescas y luego me invitaron a innumerables cenas, subí 14 kilos que he demorado 7 años de silencio editorial en bajar para preguntarme, entre el postre y el café, “¿soy yo?”

http://unlugarllamadoorejadeperro.blogspot.com/

Cumpleaños de amor

¿Como seré yo cuando no sea yo?
Cuando el tiempo haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en tí, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte,
se pasaran de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos
-Que importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.

Ángel González

Algunas Veces



Algunas veces una sombra merece se le escriba una canción, cortada por la mitad para dejar algo en el cajón y poder usarlo en contra de los días opacos… algunas pocas veces el romance se convierte en frío, cuando desde las nubes del norte te llueve tanta letra y tanta palabra rara… y ella sigue en un rincón cubierto de cemento y tormenta, se le cae la risa tatuada que le dibujó el tiempo lejos… lejos de todo, de lo más parecido a ella, lejos de lo mío, de todo lo perdido.
Algunas veces se diluyen los otoños en el humo del cigarro… que me envenena cada vez más. Las orillas que escucharon sus cantos rezan por oír otra vez su palpitar… alguien robó su tic tac cuando dormía y nunca más despertó, alguien que se cree Dios le embargó las penas y glorias a través de una aguja y hoy no recuerda sus playas, sus lunas, sus estrellas de mar en la espalda… no recuerda que alguna vez jugó a ser camino, a ser vino y cuerdas oxidadas… a ser de sal, a posar para las mil y una mañanas.
Algunas veces uno caminando torcido, se olvida de escuchar o de como descifrar aquellos sueños raros. Su alma se encerró en el cuarto oscuro y su nariz está cubierta de hojas secas… su voz es ahora de madera vieja… algunas veces se merece la historia, se le derrame un poco de agua salada… aunque te parta en dos los miles de kilómetros y las salidas y puestas de sol… aunque no recuerde mi dirección, ni quien le debía un poema… aunque no recuerde como iba la canción.
Espantapájaros
México

Cinaroas II




Yo, ciudadano
“Cinaoras III”
Gustavo Martínez Castellanos

La primera visión que Sinaloa ofrece al viajero que llega por aire es la de una tierra pródiga: una costa inabarcable que detiene con el encaje del mar playas limpias de escollos que avanzan tierra adentro en incontables terrenos de agricultura. Sinaloa es la segunda productora nacional de legumbres y, certeramente, un saludable tomate rubicundo sustituye la /o/ de su nombre.
Esta imagen paradisíaca es una recompensa para quien ha pasado una noche a menos tres grados de temperatura en un hotel de Toluca después de haber intentado dormir en un sofá por falta de reservación (sin tarjeta de crédito el mundo –al menos éste- no funciona) y lo único posible de conseguir es una habitación con cama matrimonial y algunas cobijas de más por un precio extra en el alquiler. Salimos de ahí a las siete de la mañana
Después de atravesar por aire el país cuyo rostro parece cauterizado por diversas eras geológicas llegar de nuevo a la costa del Pacífico es como volver al útero: cálido y suave. Seguro. Aún más: bajar del avión y respirar el aire a trópico fue otra forma de sentirse en casa. No era una reminiscencia o retención: estábamos a más de cincuenta kilómetros de la costa y su sabor nos llegaba con una nitidez impropia para la distancia en uno de los aspectos que más llamaron mi atención de Sinaloa: es un lienzo extendido sobre la costa delimitado con tierra adentro por esa cordillera que conocemos con el nombre de Sierra Madre Occidental, por ello en la primera entrega dije que este estado era como la república de Chile, y algo más: lo surcan más de ocho ríos que desde aquel espinazo buscan el mar. Así, es imposible no considerar que es una tierra ampliamente bendecida: costa sin fin, agua dulce a granel, planicie y clima húmedo y cálido sólo pueden atraer, con trabajo y tenacidad, riqueza y prosperidad. En otro rubro esas características les permiten contradecir la Constitución en el artículo que ordena que ningún puerto puede ser cabecera de estado. La ciudad de Culiacán no es puerto pero como municipio tiene costa. De hecho, casi todos los municipios de Sinaloa tienen costa: la Constitución puede esperar.
Llegamos a las nueve de la mañana, hora local. Después de algunos minutos apareció el enlace “Me considero un buen fisionomista pero no te reconocí”, dijo. Vestía una chamarra ligera pero se frotaba las manos como si esperara en una estación del ártico a que saliera su trineo. Bajo y delgado, de rostro peculiar y piel ceniza, contrastaba con el señor de bigotes y perfecto peinado de raya al lado ubicado detrás de él y cuyo nombre me dijo en un gesto de cotidianidad ya exento de cortesía y que tal vez por eso no pude retener. Entre otras cosas, no porque ese señor haya sido el chofer que amablemente condujo la camioneta en la que nos transportaron, sino porque su actitud fue la actitud de los mexicanos que salen en las películas extranjeras: lacónico en extremo, atento a lo suyo, experto en lo que hace, una presencia ausente; algo así como lo que describe Octavio Paz en su Laberinto pero con un hálito de orgullo bien ganado. Blanco y robusto; su voz, en su acento, nos permitió, cada vez que hablaba, sentir la certeza de que era el único sinaloense en la camioneta.
El enlace inició el recorrido cambiándolo, en una de sus llamadas a mi casa había dicho que visitaríamos las instalaciones del Instituto Sinaloense de Cultura que yo deseaba conocer, pero como no llegué un día antes nos llevó sin escalas al hotel en el que pernoctaríamos. Es una hospedería pequeña pero moderna y alta, de varios pisos, quizá una de las más altas. Desde ahí tomé algunas fotos de la ciudad que a esa hora lucía fuertemente contrastada por la mañana. Antes de subir, desayunamos en el restaurant, un pequeño local acogedor y bien distribuido atendido por bellísimas meseras. Es proverbial, todo mundo me decía: “Ahora que vayas a Culiacán lamentarás no ir solo, sus mujeres son hermosísimas y las encontrarás en todos lados”. No mintieron, pero no lamenté ir acompañado. Las vi desde que tomamos el avión en Toluca y durante el trayecto al hotel, en la hora en que todo mundo regresa de dejar a sus hijos en el colegio o recordó en la oficina que olvidó algo en casa. Sin embargo mi atención no estaba fija en la gente, no a esa hora, mi atención estaba en la charla del enlace que relataba su tierra saltando de un tema a otro en un ejercicio en el que yo le ayudaba motivado por su propio interés. Hablamos de política, de economía –él me informó que Culiacán es el segundo productor de hortalizas del país y que las cosechas se vendían por adelantado para compañías norteamericanas y japonesas que cotizaban en Wall Street. Hablamos de historia y de costumbres. Como buen sinaloense se disculpó por la falta de agua en los cauces que atraviesan Culiacán “Ése problema”, dijo con una sinceridad doliente y entre uno y otro tema intercalaba cosas de la cultura y de su papel en el Instituto Sinaloense de Cultura para el que lleva “más de veinte años trabajando”, dijo con el mismo color de voz de cuando dijo “ese problema”. Yo más tarde sabría el porqué.
En el hotel, en cambio, tocó dos temas especiales: la publicación de mi libro y los viáticos. Sobre el primero me sugirió que usáramos una editorial cuyo nombre me reservo por respeto al trabajo que realiza, que siempre es encomiable si es por la cultura del país; enhorabuena. Sin embargo fui claro, le conté que a través de un amigo mutuo, el titular de esa editorial me había pedido un libro para publicarlo, que yo se lo había enviado y que él me había pedido que lo contactara tres meses después. Así lo hice, ni un día menos, y cuando respondió a mi llamada me dijo que le había parecido bueno pero que no lo iba a publicar porque unos días antes Aída, mi amiga, le había escrito pidiéndole información sobre el avance de la edición “Y no me gusta que me presionen”, argumentó. Me pareció estrambótica su actitud, sentirse presionado por una carta después de tres meses de confianza era un pretexto muy malo para negarse a cumplir con la palabra empeñada. Le di las gracias, le extendí un abrazo para el día en que volviéramos a encontrarnos y colgué. No es que no me interese publicar; sólo no está dentro de mis prioridades. Una de las razones por las que escribo es para experimentar y si lo que escribo me satisface y comunica lo que quiero, con eso me basta. Pero considero que si alguien me dice Quiero publicarte un libro, y me lo pide y se lo doy, lo menos que debe hacer si no puede o no quiere cumplir con su palabra es disculparse no escudarse en nimiedades. Las razones por las que este editor se echó para atrás pueden ser muchas. Tal vez fue presionado por amigos o mafiecitas culturales. No lo sé. Por ello, cuando el enlace me dijo: “Publicaremos tu libro en esta editorial” le pedí que buscara otra porque en ésa el titular no es serio. Parece que no me escuchó, porque días después insistió en que publicáramos ahí mi libro y le recordé por escrito –otra vez- las razones aquí descritas. El otro tema especial fue la entrega de los viáticos para mi estancia en Sinaloa: después de pagar el desayuno quedaron doscientos pesos ¿Qué hubiera hecho si hubiera decidido llegar un día antes? Culiacán es una ciudad empresarial y, por ello, cara en relación con otras ciudades del país. Con el dinero que llevaba no hubiera durado ni un día. O hubiera permanecido todo el tiempo en el hotel, y eso no debe hacerse en un lugar como Culiacán. En la siguiente diré porqué. Gracias a Jorge Falcón, por su amistad sin adjetivos y todas sus atenciones; te abrazo, Jorge. También gracias a Luis Flores Lonazkuo compañero de Diario 17 y a Rossana Agraz por su e-mails. A Aída mi cariño, por fin vio el video. Felicidades a Liz y Carlos por el apoyo recibido del Foeca, trabajen duro. Nos leemos en la crónica

¡Felíz cumpleaños Aída!

¡Feliz Cumpleaños Aida!



Felicitamos a nuestra querida promotora Aida Espino en su cumpleaños, reconocemos su incansable labor y entrega desinteresada, en beneficio de nuestra gente, nuestra ciudad, de nuestro Estado.

XIII Torneo interescolar de Ajedrez



El sábado 7 de febrero, siguiendo la tradición, se reunieron alumnos de primaria, secundaria, bachillerato, normal y facultad, de 9 años en adelante, para jugar el Décimo Tercer Torneo Interescolar de Ajedrez.
Como siempre, fue convocado por la Lic. Aída Espino, esta vez representando a su Promotoría Cultural. Se jugó, como en otras ocasiones, en la Biblioteca Pública Municipal Dr. Alfonso G. Alarcón, y fue arbitrado, una vez más, por el Maestro Luís Sergio Martínez Gutiérrez. Participaron 56 alumnos: 42 en la Categoría “A” (mayores de 15); 8 en la Categoría “B” (de 12 a 14); y 6 en la Categoría “C” (de 9 a 11), con los resultados siguientes:
Categoría A:
Primer Lugar: Víctor Enrique Hurtado García, del Instituto Tecnológico de Acapulco; el Segundo, por Yosber Ometecutli Bernal Campos, de la Secundaria Técnica 153; y el Tercero, por Pablo Arturo Pastor Torres de la Facultad de Medicina.
En la Categoría B:
Primer lugar: Luís Eduardo Preciado, de la Sec. Técnica 1; el Segundo, Abril Santiago López -de 10 años, que quiso jugar en la categoría de 12 a 14 años- de la escuela primaria Apolonio Castillo y el Tercer lugar Eduardo Sotelo Esteban, de la Sec. Técnica 191.
En la Categoría C:
El ganador fue Manuel Alejandro Hernández; el Segundo, Ulises Rodríguez Castrejón y el tercero, José Francisco Obscura Mendoza. Los dos últimos del Instituto México.
Los Primeros lugares obtuvieron Trofeo, Ajedrez y Diploma; los segundos, ajedrez, revista y diploma y los terceros lugares, ajedrez y diploma.
Los 56 alumnos recibieron diploma de participación.
Pudieron disfrutar de la Exposición de Berthy, alumna de Dibujo y Pintura de la Promotoría, quien expone sus trabajos este mes en la Sala Miguel Arizmendi. Y fueron invitados a inscribirse el día 20 a las cinco de la tarde, en los talleres gratuitos de narrativa, dibujo, pintura y guitarra que comenzarán el 2 de marzo.

Mi Amiga


Blanca mira el atardecer por el ventanal como todos los días, su figura es tan perfecta y delicada que literalmente adorna el salón estilo victoriano, ahora iluminado por los últimos rayos de sol.
Se sobresalta cuando entra Inés enfurecida, ella se da cuenta que ha interrumpido la meditación diaria de Blanca; la voz agitada de Inés resuena rompiendo aquella armonía.
Sí, ya sé que cada atardecer para ti es único, pero tienes que escuchar lo que me pasó:
Rubén, me dijo que estaría trabajando en su proyecto y que eso no le dejaría tiempo para asistir a la exposición, pero todo era mentira, lo he descubierto en el bar mirando el partido de fútbol rodeado de sus amigos. Si, ya sé, que este chico no me conviene, que las malas lenguas dicen que es inconstante, informal y por demás inmaduro.
¡No me mires así!, lo reconozco; pero el que te llame mi psicoterapeuta no quiere decir que dejes de ser mi amiga, que esa complicidad que nos da el ser chicas desaparece sin más ni más.

¿No es así?

Discúlpame, me siento muy alterada, lo quiero tanto que me frustra saber que tal vez nunca llegue a madurar lo suficiente para convertirse en el Príncipe Azul que tanto he soñado.
Bueno, aunque digas que son cursilerías, te he visto repetidas veces teniendo frente a ti las novelas de Elinor Glyn y eso es literatura de ficción erótica, así que tú también tienes lo tuyo, aunque yo tenga mis errores de personalidad.

¡Me fastidia que seas “doña perfecta”!

...vale, discúlpame, mira, eres una gran amiga, inmejorable psicoterapeuta, paciente y comprensiva, es más, te confieso que me pareces tan bonita, que muchas veces he pensado que serías la modelo ideal, de esas que anuncian comida, shampoo, accesorios, ¡qué sé yo!

¿Ves? Ahora ronroneas gustosa, ese movimiento de tu rabo te delata, ¡anda vamos!, te daré croquetas y un plato con leche fresca. Eres única querida Blanquita.


Ro
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Durante la lluvia



Aquel día llovió en la tarde. Yo Estaba en clase de filosofía del lenguaje, en uno de los salones del fondo del edificio anexo.
El único panorama que se podía observar desde ahí era el estacionamiento, y más a la distancia el cerrito de mi vieja escuela. La lluvia derivó en tormenta, el fondo gris y turbulento del cielo contrastaba con el verde, aún nítido, de la vegetación.
Oscurecía y caían rayos. Se fue la luz y la clase se pospuso. Cayó muy pronto la noche dejando velozmente el atardecer. Decidí andar por los pasillos. La oscuridad era casi total y me sentí fantasma. Era una experiencia placentera. El entorno estaba lleno de siluetas que no distinguía.
¿Gabriel?, me preguntaron un par de veces en medio de las sombras, tratando de distinguirme en la oscuridad; y divertido, yo contestaba con voz serena: "no... soy un fantasma"; entonces ya no cabía duda: por alguna razón me habían percibido a pesar de la oscuridad, y eso me gustaba. En un ámbito saturado de espectralidades, a veces, sólo los fantasmas tienen presencia. Entre las sombras sólo lo incorpóreo es perceptible.
Y generalmente los fantasmas nocturnos andan en búsqueda; búsqueda de delicados enlaces, "el cruce de dos transparencias", compartiendo la amplitud de la noche infinita.

Gabriel Sorel

Qué es un relato, qué es un cuento


La escritora Agueda Iris comenta:

...
¿QUE ES UN RELATO?
...
Un relato no es un cuento, ni una novela corta, aclarado este punto podemos definirlo como una breve narración en el que se trata de un único tema, bien de ficción, raros o sugerentes, extraños, insólitos. Normalmente no tienen límites, se acercan más a lo sobrenatural que a lo real, aunque también puede tratarse de una realidad increíble.
Un relato no se comienza dando detalles ni descripciones lentas, sino en el ajo de la cuestión, en un punto interesante, álgido, con una anticipación.
Los buenos relatos atrapan al lector desde la primera frase, y no le sueltan hasta la última, dejando huella en el lector.
Los mejores relatos son aquellos que se leen sin dificultades.
No cabe un relato dentro de otro relato, para eso está la novela.
Contar relatos viene de una intima necesidad del subconsciente, se disfruta mientras se escribe, más que cuando se leen, cuando empezamos no sabemos como acabarán ni debe preocuparnos.
No se puede escribir relatos sin haber leído a Borges, Quiroga, Julio Cortazar, o Casares.
...
1. Deja espacio para el asombro pero no para la meditación.
2. El armazón del relato no se debe ver, es como un plato sin huesos, un anzuelo que se ha de tragar entero el lector sin que se dé cuenta de su dolor.
3. El relato es acción, acción.
...
¿QUE ES UN CUENTO?
...
La palabra cuento proviene del latín computus, quiere decir, llevar cuenta de un hecho. Llevar cuenta es ir ceñido al hecho que se computa. El que no sabe llevar con palabras la cuenta del suceso, no es cuentista.
Por lo tanto cuento es, el relato de un hecho que tiene indudable importancia.
La diferencia entre cuento y novela es: novela es extensa, el cuento es intenso.
El novelista crea personajes y a menudo sucede que estos se rebelan al autor y actúan conforme su propia naturaleza, de manera que la novela no termina como el novelista había planeado.
En el cuento, la situación es diferente; el cuento tiene que ser obra exclusiva del cuentista.. Es el padre y el dictador de las criaturas.
Esa voluntad de predominio del cuentista sobre sus personajes es lo que se traduce en intensidad.
Fundamentalmente, el estado de ánimo del cuentista tiene que ser el mismo para recoger el material que para escribir. Aprender a discernir donde hay un tema para un cuento es la parte esencial de la técnica. Seleccionar la materia demanda esfuerzo, capacidad de concentración y trabajo de análisis.
El cuentista debe ver desde el primer momento su material organizado en tema, como si ya estuviera el cuento escrito, lo cual requiere casi tanta tensión como escribir.
La técnica, no implica como se piensa con frecuencia, el final sorprendente. Lo fundamental en ella es mantener vivo el interés del lector y por lo tanto sostener sin caídas la tensión, la fuerza con que el suceso va produciéndose.
...
EL CUENTO:
...
1. El cuento trata de contar una historia sin dejar cabos sueltos o finales abiertos.
2 Tratan de ser moralizantes, ejemplificadores, o fábulas.
3. En la primera frase está el hechizo de un cuento.


Las Notas de Ro -Agueda Iris-


Mi entrañable amiga Agueda Iris

Conocí a Agueda Iris tiempo antes de que publicara su primer libro “Poesía de Mujer”, recibido con gran aceptación del público lector y que me hiciera llegar hasta mi querido puerto de Acapulco, acompañado de su personal dedicatoria. Agueda es una mujer de sensibilidad artística y filantrópica, con calidéz de alma y a la vez vanguardista. Conócela:

RESEÑA BIBLIOGRAFICA

Águeda Iris nació en Barcelona hace 47 años. Es escritora y correctora profesional, dedicando parte de su tiempo a la corrección de manuscritos de escritores noveles para que lleguen con la máxima calidad en su primera presentación a las editoriales para su posible publicación. Su pasión por la poesía se remonta a los quince años.

Enero del 2007 publica su primer libro, “Poesía de mujer”, un libro de poesía que explica la historia de una mujer desde su infancia a su madurez. La obra también lleva diez mandalas a color creados por la autora, en Abril del 2008 sale a la luz su segunda obra un libro de relatos para adultosRelatos de tres minutos, en los que pensarás tres días”.
Participó como rapsoda en: I Recital Poètic “Camps a través” de Figueres en Junio del 2008.

Ha sido seleccionada con sus poemas para formar parte del libro “La mujer rota” como parte del homenaje a Simonide de Beauvoir en el centenario de su natalicio y en solidaridad con las mujeres rotas del mundo. http://lamujerrota.blogspot.com/

En Septiembre 2008 viaja con la “Caravana de Culturas” desde Barcelona a Belgrado donde es invitada por el Instituto Cervantes de esta ciudad para hacer un recital de poesía y leer textos de su libro de relatos. http://www.casaeslava.com/

Actualmente escribe su primera novela e imparte clases de"Escritura emocional y talleres de “Iniciación al mundo de los mandalas” en Barcelona, España.

Cinaroas

090105 Yo, ciudadano
“Cinaroas”
Gustavo Martínez Castellanos
Escuché la palabra hace un mes, durante la ceremonia de premiación y no he podido olvidarla. Su exotismo, su filo sibilante y su perfil romanceado llamaron poderosamente mi atención al momento en que la oí, de labios de una mujer que se encontraba en la fila de asientos próxima al Maestro Sergio Jacobo. Y fue como un reto. Una amenaza. Un anzuelo porque el hombre que estaba junto a aquella mujer cuyo rostro nunca vi, replicó mirándome a los ojos: “Sí, pero con /c/, no con /s/”, y la imaginé de inmediato, rodeada de elementos ajenos a todo lo que hemos conocido hasta ahora, oculta, agazapada en los meandros de la historia dispuesta a ser desvelada del entramado de siglos que la habían mantenido oculta para presentarse ante mí, extranjero de aquellas tierras, como un monolito sagrado ante un arqueólogo profano. Tal vez anglosajón y torpe de las cosas de estas tierras. Y la adopté.
La arropé en mi memoria mientras la sonrisa de aquel hombre continuaba cortando mi tranquilidad, como si con ella deseara dejar una cicatriz que jamás cerrara. E hizo bien, porque hasta ahora, a un mes de distancia de aquello no sólo veo los labios sonrientes de aquel señor sino que también veo que la mujer cuyo rostro nunca vi, sonríe; y todos, las casi doscientas personas que estaban en el recinto cuyo nombre tampoco conocí sonríen. Después, la sonrisa del Maestro Sergio Jacobo, su mano cálida y su amabilidad sin cotos: “Bienvenido, es un honor tenerlo con nosotros”.
Y es que todo pasó deprisa ese cinco de diciembre de 2008 en los Mochis.
Nuestra llegada después de un agotador viaje desde Acapulco, sin más escalas que una noche a menos tres grados en Toluca, un desayuno apresurado en Culiacán y una rápida visita a la Plazuela Álvaro Obregón sin poder encontrar el nombre de ese general de las Guerras de Reforma cuyo bronce no alcanzó para una humilde placa que indique a los fuereños quien era ese recio varón que señala con el sable desenfundado hacia el frente mientras piernas y quijadas aprietan la rabia, el hambre y la sed y en sus ojos se adivina un brillo de gloria ante un enemigo tal vez extranjero. Tal vez extraviado. Como yo.
Aunque las prisas iniciaron veinte días atrás: el 14 de noviembre en que la Licenciada Maritza López me informó que el jurado del Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2008 me había concedido dicho galardón en el género de Narrativa.
A partir de esa llamada, entraron muchas más, algunas de periodistas de la prensa nacional y otras de amigos y familiares que nunca supe cómo se enteraron pero cuya insistencia me dejó la sensación de que vivimos en esa ciudad de 1984 de George Orwell y que todos nos estamos vigilando día y noche.
Desde aquella llamada, hasta el momento en que escuché “Cinaroas”, fue como si cada paso que diera fuera para enfangarme más en un juego semejante al que sobrevive Robin Williams en Jumanji, porque tuve que resolver en tiempos muy castigados tantos problemas como nunca pensé que se presentarían para alguien como yo cuando recibe un premio tan importante.
Y en medio de todo aquel torbellino aquella palabra fue como ese instante en que el protagonista del Descenso al Maelström voltea hacia el cielo y lo mira sereno, estrellado. Con la luna llena callada mirándolo desde lo alto. Esa palabra.
Se convirtió en un reto. Con otras en la charla, nuestro guía me hizo recordar mis clases de lingüística en la Universidad, el inicio de la maestría truncada, mis lecturas por el puro orgullo de no dejarme vencer por la adversidad: No necesito dinero para hacer una maestría; mis pininos en Acapulco y el reencuentro con la realidad: si existe un lugar en el que a nadie le interese la lingüística ese es mi puerto. Mi ciudad. Y la defección final: Ahí será para cuando tenga dinero.
En el trayecto a Los Mochis, hablamos de eso: de lingüística, como sinaloense que es -“mazatleco, patas saladas”, lo saludó un paisa- él ha hurgado entre textos y autores locales y ha elaborado sus propias teorías. Muy buenas, y al menos el trayecto de dos horas y media por la Benito Juárez hacia la Mochis desde Culiacán, fue menos pesado, menos monótono; para todos, porque aparte del chofer, cuyo nombre me dijo cuando fue por nosotros al aeropuerto y no pude retener, todos llevábamos sueño. Nosotros por el viaje y la mala noche en Toluca, el guía quién sabe, pero por momentos se arrellanaba en su asiento y se cubría con su ligera chamarra y desde abajo su boca continuaba hablando, contándome cosas de su tierra, de su estado, de Culiacán, de Los Mochis (“Too Much”, ¡vaya!), de Cómo andan las cosas por acá en una suave elipsis a la injusta violencia generada por el narcotráfico, de los esfuerzos que realizan -como en casi todo el país- los investigadores locales, los creadores independientes, los bardos y los idealistas que hacen su trabajo de gambusinos sin recursos económicos, sin apoyos técnicos o profesionales, sin la mano omnipotente del gobierno federal que reconcentra todo a su redor olvidando a las otras tantas patrias que es México. Y me decía eso mientras atravesábamos la zona ganadera más larga del país, cuyo olor a boñiga se adivina a varios kilómetros a la distancia y viaja por la brisa del mar que viene de este lado, mira de acá y rebota de aquel otro en la sierra. ¿Cuál sierra? ¿Pos aquélla, qué no ves los cerros? Y no, no los veía, nunca aparecieron en la extensa planicie apenas moteada por una que otra lomita. ¿Esos? Sí, ésos. No, brother, eso no puede ser la sierra, sierra la de Guerrero y cerros los del anfiteatro de Acapulco, si nosotros fuéramos menos pachangueros acusaríamos una terrible claustrofobia. Bueno, pues desde aquí, hasta donde tu vista alcanza es la zona de embarque, no más.
Tierra rica, pródiga, feraz. Inagotable.
De gente blanca y afable. Mujeres hermosísimas, hombres de buena talla. Jóvenes por doquier. ¿Cómo vino a sentar sus reales ese maligno cancro del narco en esta ubérrima franja como Chile?
Mi guía dice: Así somos. Yo creo que no. Pienso, en concordancia con mi formación de ceceachero, que esa riqueza bendita de su tierra y de su clima atrajo a la otra. Que esa ventaja de su planicie rematada en serranía cautivó a las mafias y que, a fin de cuentas, la franqueza de esta gente y su proverbial apertura las sedujo. “El niño Dios te escrituró un establo y los veneros de la coca el Diablo”, parafraseo a López Velarde en el epígrafe a Las venas abiertas de América Latina, y siguiendo la charla del guía reconozco que tal vez tenga razón. Habla, con cierta presunción, de la forma en cómo el narco devolvió hace unos meses los uniformes de 18 soldados: Los hallaron en los botes de la basura; y luego habla de Malverde y después expone su teoría -muy interesante- sobre el santo de los narcos. “Gracias porque la carga llegó completa”, cita un exvoto. Y de tema en tema, llegamos a los Mochis en donde sólo estuvimos seis horas, recuerdo ahora y recuerdo también que antes de que aquel hombre soltara la palabra “Cinaroa”, ahí, en el Museo del Fuerte, la había visto escrita, pero con /s/. Y creo que es una buena forma de iniciar este relato de mi viaje a Sinaloa para recibir el Premio Gilberto Owen 2008 que me fue entregado hoy hace un mes y cuyos detalles relataré en las próximas entregas.
Un abrazo a los Maestros Sergio Jacobo Gutiérrez y Vicente López Portillo y a la Licenciada María Luisa Miranda gracias por su hospitalidad y calidez.
Nos leemos en la crónica: gustavomcastellanos@gmail.com
Feliz 2009. Por fin se fue Félix Salgado Macedonio. No hay mal que dure cien años.

Vista del taller

De izquierda a derecha: Gustavo Martínez, Teté Chávez 1º lugar estatal José Agustín 08, Ro, Pedro y Mari Cármen.

Gustavo, mi profesor.



El Taller Narrativa, al que tengo el gusto de asistir es patrocinado por la Promotoría Cultural Aída Espino y coordinado por Gustavo Martínez Castellanos, quien recibió recientemente el premio de literatura "Gilberto Owen 2008", convocado por el Gobierno de Sinaloa, a través del Instituto Sinaloense de Cultura, con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Gustavo además de ser un buen amigo, es Profesor, Asesor, Editor, Promotor Cultural y un excelente pedagogo, que con frecuencia nos motiva a seguir tallando lápiz, lo que se traduce a pulir y pulir el cuento que creíamos perfecto.

Remedios y el Roble

Este cuento es de mi autoría y fué leído en el homenaje al natalicio de Remedios Varo, ofrecido por la Promotoría Cultural Aida Espino.
Acapulco -México- 2008




Remedios y el Roble

Remedios está en el parque mirando el estanque con la vista fija en su propio reflejo que a ratos se distorsiona con el vaivén de las ondas, movidas suavemente por el viento del atardecer.
Piensa en la vida que existe bajo el agua y lo oculta que está para el resto de los paseantes, es como si la falta de tiempo los alejara del detalle, de la sensibilidad, del milagro que subyace en todas las cosas. Se incorpora y continúa el paseo ensimismada en sus pensamientos, se detiene frente al gran roble que la conoce desde siempre, con su mano toca la corteza rugosa y áspera saludando a su viejo amigo, la brisa juega con sus cabellos y mueve las hojas del vetusto personaje frente a ella y entiende que esa fiesta de hojas agitadas es el saludo de su buen consejero vegetal.
Muchas tardes lo ha visitado y mantenido amenas charlas de las cuales con frecuencia, ha tomado inspiración para volver entusiasmada a su estudio y pintar las conversaciones sostenidas con el Roble.

Piensa cuántas cosas ha visto su buen amigo, conoce tanto de la vida de los humanos, que si la filosofía hindú de la Trasmigración de las almas no se equivoca, en la próxima vida aquel árbol tomará cuerpo humano. Una sonrisa se dibuja en la cara de Remedios, se siente feliz de tener a su compañero siempre esperando por ella, su corazón de mujer se regocija porque sabe que él nunca se irá, no la decepcionará, no la hará sufrir… como suelen hacer los humanos.
Charlan por horas, preguntas que encuentran respuesta, confesiones increíbles, pasajes históricos jamás relatados, miedos confesados, certezas declaradas. Aquel árbol sabe mucho y lo comparte con quien lo sabe escuchar; Remedios sonríe.
Casi al ocaso, se despide abrazando el recio tronco y oprimiendo su mejilla contra él en afectuosa caricia, promete a su amigo que mañana volverá.

Remedios toma el ascensor que con toda la calma de un anciano, cruje en su subida por el edificio de apartamentos hasta alcanzar el cuarto piso. El familiar olor del aquel habitáculo la hace sentir en casa, huele a pino y líquido para limpiar cristales, juntos forman una combinación que pareciera ser una sola y que por alguna extraña razón, guardan un equilibrio que jamás se rompe.

Finalmente el ascensor se detiene, Remedios empuja la pesada puerta y camina hasta su estudio, tiene ansias de pintar, de sumergirse en los mundos mágicos que recorre día a día con su Roble. Al introducir la llave en la cerradura, una filosa arista rasga su dedo pulgar, que instintivamente lleva a su boca y azotando la puerta, a toda prisa se dirige al botiquín en su baño, busca sin saber bien a bien qué. Necesita calmar la impresión que le causan aquellos hilos líquidos color rojo emanando de su dedo, nada de lo que encuentra le satisface, pero recuerda que tiene un pequeño sobre en el cajón de su buró con finos polvos de corteza de su Roble amigo, que él mismo le dijera cómo preparar hace ya algún tiempo. Remedios espolvorea la corteza molida en su dedo herido, la respiración comienza a ser normal y poco a poco, suave y lentamente un sopor la invade hasta dejarla profundamente dormida, recostada sobre su cama. La sangre ha cesado de fluir.

Comenzó un viaje fantástico entre sueños y realidades, vio tantas cosas que la dejaron impresionada, como el tejido de los sueños, la gruta mágica, el hombre de la guadaña,
el flautista, el paraíso de los gatos, caminos tortuosos...
Viajó sin tiempo y sin espacio, libre, sin limitaciones, en el suave vaivén de la irrealidad, el latido del universo la acunó calidamente.

Al despertar, no acierta a calcular cuánto tiempo ha transcurrido, mira su dedo buscando algún corte, pero no hay rastro de ninguna herida, dirige su mirada hacia la ventana y a través del cristal, pude ver que el cielo está rojo, extraño, distante. Su corazón da un vuelco, siente la necesidad de salir corriendo, no puede esperar el ascensor, baja las escaleras como volando, cruza la calle sin mirar, a cada paso que da sus ojos buscan a lo lejos su familiar referencia, su calma interior, su amigo fiel.
Todo en vano, el viejo roble no está, ha sido arrancado aún con todos sus pesados años encima, en su lugar pequeñas florecillas blancas parecen adornar una tumba gritando al unísono: “lo sentimos, el roble ha muerto”.
El corazón de Remedios se colapsa, su cuerpo cae como hoja de otoño en el lugar donde el viejo roble la esperara cada día.



A Remedios Varo Uranga
1908-1963
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