"Nobody made a greater mistake than he who did nothing because
Antología, narrativa, cuento, relato.
Este mensaje me fue obsequiado en Facebook y ahora lo comparto.
La vida no es un problema que tiene que ser resuelto, sino una realidad que tiene que ser vivida. Ten en cuenta que todos ven lo que aparentas pero pocos ven lo que realmente eres. El miedo viene de la mente y el valor de tu corazón, si realmente deseas algo inténtalo, no temas fracasar, no hay nada mas gratificante que tratar de dar lo mejor de ti, la perseverancia tiene sus frutos. En esta vida nada es perfecto, por eso el lápiz tiene borrador, todo lo que te pasa es reflejo de lo que haces. Siempre que crees tener algo seguro, es lo que quizás mas fácil se te puede escapar de las manos, por eso debes aprender a valorar lo que tienes antes de que otro lo valore por ti. Pero la vida se encargara de enseñarte quien te amo, te ama, te amara y quien nunca lo hizo, pero si no aplicas la sinceridad, honestidad y fidelidad ni siquiera la vida lograra enseñarte…
Por los que dijeron "no me gusta" y terminaron juntos y enamorados.
Por las personas que ya no están a nuestro lado y las que siguen con nosotros y le dan sentido a nuestras vidas.
Por esa persona que te llamaba 70 veces al día y hoy ni te saluda.
Por la persona que te dijo contigo hasta el final y hoy NO esta.
Porque algún día cada quien recibirá lo que se merece.
Y este triple es por esos amores que dejaron huella y no quisieron quedarse para siempre...
Brindemos por ti, por mí… ¡y por los buenos momentos que están por venir!
Anónimo
Enlace: "Teoría de la prosa IV"
“Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.”
Jorge Luís Borges.
Imagen Remedios Varo “La despedida”
Imagen: Jean Delville: “La rueda de la Fortuna”
"Sobre el poder y el destino: Fortuna Imperatrix Mundi"
Por Fernando Montoya
Como sabemos, la obra resulta ser la pieza más memorable del compositor alemán Carl Orff, inspirada en una colección de poemas medievales de los siglos XII y XIII, los cuales fueron descubiertos en 1803 en el monasterio benedictino de Beuern, Alemania.
La mezcla de alemán antiguo, latín y francés de las canciones genera una potente invocación coral a la Fortuna: aquella diosa romana de la suerte que, sin importar que ésta sea de la buena o de la mala, hábilmente teje y desteje los filamentos que amparan los destinos de los hombres, sometiéndolos bajo su yugo y cuyas veleidades cambian al igual de las fases de la Luna.
La obra atrajo mi atención en un tema en particular: la relación poder-destino. “Carmina Burana” nos permite embonar piezas en miras de la construcción de la identidad de la Edad Media, es decir, la proyección en el espacio y tiempo del individuo medioevo y su participación en la pluralidad de espacios sociales a lo que es capaz de acceder y en los que es capaz de posicionarse.
En tal caso, el poder medieval estaba simbolizado por el Rey, el señor feudal, la Iglesia y por todo el discurso existente de poder: el Derecho, la propiedad de la tierra, la propiedad espiritual y el ejército. Empero, el destino concebido por el medieval era no sólo una fuerza lúdica, incierta, insoslayable, sino además malévola. Mientras el Rey podía gozar de fama y bienes, podía llegar otro que, en un parpadeo, lo podía despojar de todo.
“Sors immanis et inanis, rota tu volubilis, status malus, vana salus semper dissolubilis” (Destino, salvaje y vacío, eres una ruleta, con posturas inciertas, tu favor es ocioso y tendiente siempre a disolverse).
Así, el hombre medieval escuchado en “Carmina Burana” se encandila de los bienes otorgados por la Fortuna: riquezas, honor, poder y gloria. Pero al verse privado de los manjares, culpará a la infiel Dama, a la dureza que se ensaña contra él. De tal manera, se creará una dualidad en la personalidad de la Fortuna: por una parte, generosa por aquellos privilegios otorgados; y por la otra, una fuerza que navega a la deriva.
“In Fotunae solio sederam elatus, propseritatis vario flore coronatus; quicquid enim florui felix et beatus nunc a summo corrui gloria privatus” (En el trono de la Fortuna eufórico me había sentado, coronado de alegres flores de prosperidad; por mucho que prosperara, feliz y bendecido, ahora he caído del pináculo, privado de mi gloria).
La constancia de la Fortuna, desde este punto de vista, consiste, precisamente, en su inconstancia, en su mutabilidad, es un poder ciego, una rueda que se maneja con leyes insondables que afectan a todos por igual. La “buena” Fortuna, en todo caso, produce una falsa felicidad:
1) porque se la sabe mudable y por lo tanto se teme en cualquier momento su pérdida y así no se goza;
2) porque no se le conoce y se le goza en la ceguera de la ignorancia;
3) si en alguna ocasión y de manera excepcional se produce estabilidad de una situación fortuita, con todo el último día de vida es como una especie de muerte para la Fortuna que ha permanecido estable.
En el sistema de pensamiento medieval, resulta inasible una comprensión cabal de los designios de la Fortuna. Es necesario, por tanto, tomar distancia, no aferrarse a descifrar el trabajo de la rueca.
Además, es probable concebir, en este sistema, que la mala Fortuna es mejor para los hombres que la buena, pues ésta, al mostrarse propicia, siempre engaña con su falsa apariencia de felicidad; aquélla, la mala, presentándose inconstante a través de sus cambios, es siempre sincera. Una engaña; la otra, instruye. Boecio pensaba que la buena Fortuna atrae con sus encantos a los hombres, apartándolos del “verdadero bien”; la mala Fortuna los arrastra con su arpón devolviéndolos hacia los “verdaderos valores”. Cuando el sistema se muestra perverso, cuando la Fortuna expulsa de su seno al hombre, dice el filósofo, “descubre su rostro y declara abiertamente su manera de ser” (Consolación por la Filosofía).
“Fortunae rota volvitur; descendo minoratus; alter in altum tollitur; nimis exaltatus rex cedet in vertice caveat ruinam! nam sub axe legimus Hecubam regina” (Gira la rueda de la Fortuna; me hundo, degradado; uno es levantado; exaltado, un rey se sienta en la cumbre – ¡dejen que él tenga cuidado con la ruina! Bajo el eje leemos, la reina Hécuba).
La buena Fortuna, pues, al mostrar su esencia saca al hombre del sistema. Y éste, marginado, busca consuelo con el canto de las musas. Pero la mala Fortuna, para aquellos que tanto la criticamos, no abandona a sus discípulos en desgracia. Expulsa a la buena y lo devolverá a la verdadera patria en la que terminará endiosado, gozando, quizás, de la verdadera felicidad.
La buena Fortuna exilia; la mala, repatria. Y sólo así, para el hombre medieval, y es probable, que para nosotros en la contemporaneidad, este mandato llevará adelante la empresa de poder plasmar una sociedad políticamente justa, aunque sólo podremos salvarnos si tenemos la buena suerte de tener mala suerte.
Aquí un fragmento… “O Fortuna ~ Fortune plango vulnera”:
Enlace: "Teoría de la prosa III"
YO AHORA SOBREPASO MI TRADICION FINANCIERA FAMILIAR. Yo honro las raíces de mi familia. Yo reconozco la lucha y el sacrificio de mis padres y sus padres. En agradecimiento a todo lo que se me ha dado, yo ahora doy un salto a territorio desconocido. Yo exploro un nuevo mar de prosperidad. A partir de los logros de mi familia, supero su historia financiera y abrazo el éxito ilimitado. Gracias, Dios"
✬Bob Mandel✬
Por muy oscuro que esté, tengo la certeza de que volverá a brillar la luz.
Acepto lo que no puedo cambiar. Ya se trate de mí mismo, de otras personas o de las circunstancias, sé que necesito armarme de paciencia. La situación puede prolongarse.
La solución que yo adopte no tiene que ser la tuya. Elijo la que me libera de mis propias expectativas y de las expectativas de los demás, de todas las ideas preconcebidas acerca de cómo deberían ser idealmente las cosas.
Me permito sentir ira y tristeza o tener miedo. Pero no estoy a merced de mis sentimientos. Les doy espacio y decido cuándo es hora de pasar a otros pensamientos y cambiar el estado de ánimo.
Asumo la responsabilidad sobre mí mismo. Nadie más determina qué es lo que yo pienso, siento y hago. Soy yo quien configura mi propia vida.
No estoy solo. Si no me obstino en esperar o en estar dispuesto a recibir ayuda de ciertas personas, permanezco abierto a ofertas inapropiadas. Poder introducir una diferencia positiva en la vida de otras personas me fortalece a mí mismo.
Sea cual sea lo que deje a mis espaldas y con independencia de lo importante que pueda ser, tengo un futuro para el que pueda prepararme interiormente. Mis expectativas determinan de algún modo lo que esté por venir.
Todo lo que he vivido es mi capital, le pertenece a mi persona y a mi vida, No repetiría voluntariamente todas las experiencias, pero tampoco quisiera prescindir de ellas, porque sin ellas yo sería otra persona. Lo que soy y la manera en que puedo cambiar está íntimamente relacionado con lo que fui (y con lo que fue).
M. Gruhl, “El arte de rehacerse: la resiliencia“